Sin Nobel
Un Presidente chileno evitó dos guerras internacionales y Una Guerra civil... Sin Premio Nobel de la Paz, el trabajo de verdad se hace y no se aparenta.
Francisco Sánchez Urra
Un Presidente chileno evitó dos guerras internacionales y Una Guerra civil... Sin Premio Nobel de la Paz, el trabajo de verdad se hace y no se aparenta.
Francisco Sánchez Urra
En unos pocos días, en Estados Unidos, se decidirá la elección entre Clinton y Trump. Lo que empezó como una mala broma, ahora ha tomado una fuerza que, por primera vez, tiene a todos los periodistas norteamericanos preocupados. Al escucharlos no puedo dejar de recordar las mismas aprehensiones que se tuvieron en su momento con el candidato Piñera. ¿Dejará sus negocios si es que llega al Poder?
En Chile comprobamos -antes que los norteamericanos, cosa extraña- que esas discusiones, si bien válidas, no dejan ver la verdadera naturaleza de los problemas que un gobernante debe resolver. El stablishment chileno está constituido tanto por los políticos de "izquierda" como de "derecha", a los que -imagino- se refirió el ex-presidente Lagos, pretendiendo alejarse de una casta que él ayudó a consolidar.
Los primeros proclaman "la igualdad" y los segundos "la libertad" en discursos que, de tanto repetirse, se tornaron palabras vacías y sin sentido, como si fuesen valores de posición irreconciliable, alejando definitivamente y por cansancio, a los ciudadanos de la política. Ni Lagos ni Piñera, dicho sea de paso, resolvieron nada. Nuestro sistema -adoptado de USA- ha dividido al pueblo en aquellos que tienen rabia por las injusticias del mercado y aquellos que tienen rabia por las injustas políticas sociales. Todos consumidores, al fin y al cabo, con más o menos información sobre sus derechos y casi nada respecto de sus deberes. La difusa línea que estratifica la inmensa clase media de este país, medida en base al consumo y no a la cultura o a la buena educación, hace que todos seamos víctimas y victimarios, con Garay incluido. ¿Será que la gente en USA está tan cansada de las mentiras que ahora quiere sinceridad aún a costa de que lo que digan los candidatos sean barbaridades?
Por eso, al igual que allá en Estados Unidos (cuyos dioses hemos asimilado con la globalización) nuestros eternos representantes ahora revisten sus discursos de desparpajo que parecen novedosos, pero que carecen de sustancia, ya que, en el fondo, no son sino un engranaje mas en un sistema que ha reducido a los gobiernos en meros gestores, una especie de gerentes que manejan (o intentan manejar) el día a día, en educación, delincuencia o salud. Capaz que gane Trump, o pierda por poquito. Dios nos libre.
Rodrigo Muñoz Ponce