Tiempo atrás comentábamos en esta misma columna -creyendo interpretar a muchos compatriotas- la profunda injusticia que se estaba cometiendo al marginar por enésima vez del reconocimiento que importa el Premio Nacional de Artes Musicales al compositor e intérprete Vicente Bianchi Alarcón, autor de numerosas obras musicales de profundísimo significado para la identidad y el alma nacional.

Este año la sostenida ingratitud enhorabuena fue reparada y en una justa decisión el jurado que dirime la concesión del tradicional galardón republicano a las artes se detuvo y analizó en todo su mérito la obra y trayectoria de este músico excepcional, sobre lo cual pensamos que también primó un elemento subjetivo cual era el verdadero clamor nacional por corregir esta omisión de larga data que realmente más parecía un antojo o una obcecación inexplicable.

Pero, qué ha significado la obra de este nonagenario compositor para nuestro país. En primer lugar existe en él un claro aporte en la técnica musical, al crear una simbiosis entre la instrumentalización de la música docta con las estructuras y melodías del folclore chileno y de ese modo llevó como ningún otro autor la música popular a otros campos como la poesía, el conservatorio, la iglesia y el propio folclore, lo que denominó como fantasías orquestadas, tonadas rítmicas y variaciones con aire de cueca'', nombres genéricos que acuñó para sus composiciones.

De esa manera destacó en sus más de 150 composiciones debidamente catalogadas, subrayando entre ellas sus misas criollas ("Misa a la Chilena"; "Te Deum Laudamos" o la "Misa de la Cruz del Sur"). Además se suma la musicalización de los versos de Pablo Neruda, extraídos de la obra "Canto General" ("Tonadas de Manuel Rodríguez"; unido al "Romance de los Carrera" y "Canto a Bernardo O'Higgins"), sumando otras catorce canciones sobre los versos de nuestro Premio Nobel.

Así, don Vicente Bianchi, a sus 96 años, en una lucidez y energía aún creadora, es nuestro flamante Premio Nacional de Música.

Nelson Pizarro es uno de los ejecutivos que más sabe de minería en Chile. Al actual presidente ejecutivo de Codelco le ha correspondido en repetidas oportunidades enfrentan desafíos importantes. En Chuquicamata, primero, y luego en la División Codelco Norte, le correspondió encabezar procesos que se veían traumáticos y que logró sacar adelante, entre ellos, el cierre del centenario campamento ubicado al interior de la región de Antofagasta. En el mundo privado, antes de retornar a Codelco como presidente ejecutivo fue el CEO de Lumina Copper Chile, quien encabezó la puesta en marcha del proyecto Caserones, en plena cordillera de la región de Atacama. Un emprendimiento difícil, en medio de condiciones geográficas muy adversas y con una ley de cobre que hacía de la explotación casi una quimera.

Con negociaciones en el cuerpo, con momentos difíciles, con diálogos junto a sindicatos, el hombre que se considera un minero más, sabe lo que dice cuando exclama que en Codelco no hay plata.

Han pasado sólo semanas desde que el país recordara la histórica Nacionalización del Cobre, allá en el año 1971. Sin embargo, la visión presentada por Pizarro pareciera mostrar que aún con el "cobre chileno", el nuestro termina siendo un país vulnerable a los vaivenes del mercado y a las fluctuaciones de los precios.

Más aún, Codelco se transformó en una enorme maquinaria que pareciera quedar atrás ante la agilidad y dinamismo con la que actúan las empresas mineras transnacionales que operan en el país.

Claro, en sus estructuras no existe el peso que tiene la estatal, de responder a condiciones como ser un pilar en la entrega de recursos al país y al mismo tiempo, tener resguardos sociales en términos de empleo y sociedad. Todo aquello redunda en costos.

La empresa cuprífera más grande del mundo hoy enfrenta el desafío de reinventarse a partir de una crisis que la tiene, como dijo Pizarro, sin un peso. Será un proceso difícil del cual no sólo deben ser parte central los trabajadores. También debe evaluarse su estructura en general y ejecutiva, con los costos asociados. Todo demandará un manejo político aséptico, de limpieza quirúrgica.