Un accidente bastante particular le tocó vivir a Isabella Riquelme Toro, arqueóloga de profesión, quien recibió el impacto nada menos de una bolsa llena de moscas y larvas lanzada desde un avión que participaba en la campaña de control de insectos a cargo del Servicio Agrícola y Ganadero (SAG).
La mujer, tras sufrir una fuerte alergía que la dejó sin poder trabajar, decidió demandar a dicho servicio y ayer la Justicia determinó que debe ser indemnizada con tres millones y medio de pesos.
El hecho ocurrió en abril de 2012, mientras se encontraba en un patio de la Universidad de Tarapacá y recibió el impacto de una bolsa que contenía ejemplares adultos y larvas de la mosca de la fruta que había sido lanzado de un avión que trabajaba para el SAG, resultando con heridas en la cabeza y tobillo.
Alergia
Según documentos que presentó su abogado, la profesional, producto del accidente, sufrió una crisis de alergia, periodo durante el cual, no pudo mover sus brazos aproximadamente por tres días, con imposibilidad para plegar sus codos, debido no solo a las lesiones eccematosas de su piel, sino también a las inflamaciones de sus articulaciones producto de la alergia.
Fallo
La resolución de la Corte de Apelaciones ratifica la responsabilidad del Servicio Agrícola y Ganadero por falta de servicio, establecida en la sentencia dictada por la jueza Claudia Galán Villegas, del Vigésimo Sexto Juzgado Civil de Santiago.
"No puede sino entenderse que lanzar objetos desde un avión, es una actividad riesgosa, independiente de lo que la demandada sostenga en relación al peso de la bolsa. Por algo el mismo servicio en sus escritos reconoce haber realizado pruebas de campo en relación a la forma como estas bolsas con moscas son liberadas desde el avión". "Sin embargo, esta actividad implica un riesgo, cual es soltar objetos desde un avión a pleno vuelo a 2.000 pies de altura. Y ese riesgo consiste en que eventualmente puede caer una de esas bolsas y/o su contenido cerca de personas o de lugares habitados que fue lo que ocurrió en este caso", dice una parte de la sentencia.
Este método se ha empleado en Chile desde 1995 y ha permitido declarar el país libre de esta plaga y sigue utilizándose como medida de prevención ante el posible ingreso no detectado de moscas procedentes de países vecinos.