S in duda fue una experiencia asombrosa y valorable en donde fuimos capaces de interactuar en un ambiente diferente al que estamos acostumbrados. Para mí y muchos más en la Academia de Montañismo y Kayak esta era la primera visita al Cañón de Copaquilla. Paro los que no conocen este lugar, el cañón está localizado en la comuna de Putre, a casi 2 horas de camino en auto desde Arica.
Desde que salimos del Liceo Antonio Varas de la Barra, y durante todo el trayecto, el ambiente se sintió muy acogedor. Nos sentíamos en plena confianza y había mucho compañerismo entre todos. Pudimos compartir risas, historias, anécdotas, chistes y disfrutar del paisaje.
Una vez que llegamos al lugar, el profesor Patricio Campos nos dio las indicaciones de seguridad y comenzamos a descargar las mochilas del bus. Con el equipo al hombro, bajamos hacia el sitio del campamento. Poco a poco nos introdujimos en un cañón muy espacioso en donde se encontraban las rutas de escalada. Dejamos y acomodamos todo para luego equiparnos y comenzar a escalar.
Luego de escalar, el profesor nos propuso otro desafío así que rápidamente ordenamos nuestros equipos para iniciar una caminata por todo el cañón. Esto para mí fue una experiencia muy emocionante pues teníamos que pasar por arriba o debajo de las rocas para poder avanzar en el cañón. Por su puesto, en todo momento pude contar con la ayuda del equipo para pasar los obstáculos más difíciles.
Pasado un tiempo de camino nos detuvimos y el profesor nos invitó nuevamente a hacer otra actividad que para mí fue linda y significativa. Por un momento teníamos que detenernos, acostarnos sobre las rocas, cerrar nuestros ojos y sentir la naturaleza. Pude sentirme parte del paisaje, de toda esa naturaleza que me rodeaba. Fue maravilloso sentir pasar el viento por el cañón, escuchar los pajaritos sobre nosotros, sentir la respiración de los compañeros, la paz y la tranquilidad que solo podemos contemplar al darnos el tiempo de parar y escuchar el lindo mundo que tenemos, lejos de los autos en las calles y el humo de las fábricas.
Ya regresando al campamento, nos esperaban un rico asado donde pudimos compartir un delicioso almuerzo juntos. Después de reposar y hacer un recuento de lo que habíamos aprendido en la jornada empacamos todo.
Aunque la subida de vuelta al bus fue lo más sacrificado por estar agotados, el estar unidos como grupo nos dio fuerza para hacerlo.
Ya en el bus de regreso a casa, algunos dormían, otros compartían o cantaban.
Sinceramente fue una experiencia única, totalmente linda, me gustó mucho y espero que se repita pronto.