Paradoja de la mano de las elecciones
Uno de los fenómenos más controvertidos y hasta lamentables que enfrenta nuestra región, es el paulatino despoblamiento de sus pueblos del interior. Localidades centenarias, que han albergado hasta por siglos a los habitantes más antiguos de esta zona, comienzan a quedar vacíos.
Las nuevas generaciones, especialmente, van emprendiendo rumbos distintos, dejando en quebradas y el altiplano a aquellos pobladores más antiguos, quienes van desapareciendo.
No se pueden desconocer los esfuerzos que desde distintos sectores se han hecho para evitar que esto ocurra, más allá de las lógicas y conocidas razones que tienen estos vecinos para dejar sus casas y tierras.
Se puede hablar del traslado de servicios, centros de estudio, construcción de infraestructura pública, mejoras en las comunicaciones, mejoras viales, construcción de sistemas de agua potable y otros, buscan fomentar la radicación permanente de quienes durante mucho tiempo han hecho vida al interior de Arica y Parinacota. Aún así, la migración desde estos pueblos continúa.
Es por eso que no deja de llamar la atención, a primera vista, el enorme interés de ciudadanos y ciudadanas por modificar su domicilio electoral hacia estos poblados que precisamente ahora sufren por el éxodo de habitantes. En la región, fueron alrededor de mil 600 quienes cambiaron el lugar en donde votarán.
Es aventurado juzgar a priori por qué se da esta dinámica en estas circunstancias. Y no se trata sólo del despoblamiento, sino que de la apatía, la distancia, la falta de participación y la ya conocida abstención. Este hecho, los cambios de domicilio, pareciera enfrentar cualquier paradigma.
¿Interés por defender y participar el desarrollo de sus pueblos? ¿Compromiso con una tierra ancestral? ¿Cariño por la tierra que se retribuye con un voto? ¿Acarreo electoral o intereses políticos? Son muchas las preguntas que surgen, como razones y respuestas que se pueden esgrimir.
Lo cierto es que nuevamente, las elecciones serán el mejor y quizás único estímulo para que las comunas rurales recuperen algo de su población perdida; por lo menos, en el papel.