Nadie puede afirmar con seguridad cuándo ocurrirá un terremoto y es por este motivo que son fenómenos naturales tan sorpresivos como peligrosos. No ocurre lo mismo con las lluvias u otros fenómenos meteorológicos, que se pueden anunciar con un margen de horas en último caso y así prevenir desgracias mayores.

Por este motivo resulta de gran importancia el trabajo que han realizado las autoridades en los últimos años por reforzar las medidas preventivas en la comunidad. Es necesario que la población esté absolutamente informada de cómo puede prevenir consecuencias desgraciadas ante la ocurrencia de un gran sismo, porque son muchos los mitos que se manejan en el ámbito popular, los que conducen a peligrosas confusiones.

Chile es un país de gran sismicidad, pero esto no significa necesariamente que todos los chilenos tengan un conocimiento profundo de cómo actuar ante un terremoto.

Un conocimiento especialmente preventivo, que permita despejar mitos y asumir esta realidad con tranquilidad y no como presas de rumores y vaticinios.

Y para qué decir la relevancia que tiene la educación sobre estas materias en el sector costero, donde la entrega de información responsable y adecuada puede salvar muchas vidas. Así, el actuar coordinadamente y con celeridad es más que importante ante una emergencia de este tipo.

Si bien el Gobierno ha realizado un intenso trabajo de reconstrucción, reposición y reparación de inmuebles y viviendas tras los temblores de 2014, es de importancia capital estar atentos a las edificaciones susceptibles de caer en caso de registrarse un fuerte sismo.

Sabemos que en el centro de la ciudad y en sectores rurales el adobe es un material de construcción muy utilizado. Y se sabe que las construcciones de adobe pueden presentar problemas de resistencia ante un sismo fuerte, en el caso de las más antiguas.

Los terremotos no se pueden predecir, pero sí es posible anticiparse a sus consecuencias y educar a la población convenientemente. Hoy es el momento adecuado de hacerlo.

10 de junio de 1981

El Presidente de la República, Augusto Pinochet, con La Estrella, momentos antes de dirigirse a Chacalluta para retornar a la capital. Ante de eso, se reunió con empresarios de Arica, a quienes les planteó que el gobierno estudia medidas para mejorar el empleo en la zona.

10 de junio de 1995

Leonel Sánchez, Toro, Raúl Sánchez, Escuti, Eyzaguirre, Tobar, Ramírez, Contreras, "Chita" Cruz, Olivares... Los héroes de la jornada del 10 de junio de 1962 volvieron a Arica a recordar ese día de gloria en que la selección chilena derrotó por 2 - 1 al poderoso combinado de la Unión Soviética.

Es cierto que la rotura de matriz hace un día atrás fue rápidamente arreglada por Aguas del Altiplano, pero ¿sabrá la gente que esos arreglos se cobrarán a sus cuentas de agua?

Luego del gran terremoto de 1877 la ciudad de Arica fue nuevamente reconstruida, y fuertemente artillada para enfrentar la guerra con Chile, que se inicia en 1879 y que va a escribir uno de sus capítulos más gloriosos el 7 de junio de 1880.

El Hospital de San Juan de Dios, ubicado en la actual calle Baquedano, donde hoy existe un estacionamiento, a un costado del edificio de la Municipalidad, se va a transformar en el centro neurálgico de las defensas peruanas, al ser instaladas en su interior, por el ingeniero Teodoro Elmore, los controles eléctricos que detonarían las minas explosivas subterráneas, ubicadas en las subidas al Morro y alrededor de los Fuertes Ciudadela, del Este y Morro Gordo y en la explanada que llega hasta el Fuerte del Mar.

También se instalaron minas destructivas en puntos estratégicos de la ciudad. Durante la batalla estas minas produjeron numerosos muertos y heridos que saltaban por el aire despedazados sus cuerpos por el efecto explosivo de estos artefactos, lo que enardeció a las tropas chilenas que se lanzaron al ataque con corvo y bayoneta.

Capturado el Hospital por los soldados chilenos que habían superado en la ciudad, los Fuertes San José y Santa Rosa, pudieron neutralizar estas armas que eran activadas a distancia por cables eléctricos.

Terminado el Asalto y Toma del Morro, el Cuerpo Sanitario del Ejército tuvo que reorganizar las instalaciones del Hospital para atender a los numerosos heridos que fueron intervenidos por los Cirujanos 2°, Dr. Juan Llausás, el Dr. Juan F Ibarra, y el Practicante Moisés Zúñiga. Éste fue el bautizo de fuego del Hospital en la mañana del 7 de junio de 1880.