Esta semana se conocieron los resultados de la auditoría forense realizada a la Asociación Nacional de Fútbol Profesional (ANFP) especialmente durante la administración de Sergio Jadue, con especial atención a los gastos relacionados con la Copa América disputada en 2015 en nuestro país.

Las cifras no dejan de sorprender, y más cuando se analizan los diferentes destinos que tuvieron cientos de millones de pesos, que eran dineros del fútbol chileno. La ANFP, encabezada hoy por Arturo Salah, anunció que se querellará en contra del ex timonel, hoy en Miami, y contra sus colaboradores más cercanos por los más de mil 300 millones de pesos que de acuerdo a la auditoría, fueron gastados de manera irregular por el calerano y su directorio.

Son estos escenarios los que generan dolor e impotencia, los que defraudan a clubes más pequeños que no participaron de los círculos de poder más cercanos de la antigua administración, y que han debido enfrentar su existencia y confirmar su vigencia a través de la austeridad, el sacrificio y el esfuerzo.

Los hechos ocurren justo en el momento en que Deportes Valdivia asciende a la Primera B, un derecho que ganó en cancha, pero que hoy está en entredicho debido a que debe pagar cerca de dos millones de dólares para que se incorpore a la ANFP.

Los resultados de la auditoría realizados por la empresa Deloitte, que dejan en evidencia supuestos ilícitos y el despilfarro de millones de pesos, de ninguna manera animan a pagar un costo de afiliación de tanta envergadura, en especial para un club de provincia, que construye a punta de esfuerzo su día a día.

Lamentablemente, la lista de gastos dados a conocer en la semana, las pérdidas de la ANFP, chocan de frente con la inequidad que vive el balompié rentado, en donde la balanza se inclina hacia las instituciones más, poderosas. Los clubes más pequeños deben enfrentar a realidades como la de Valdivia, y se arriesgan así a comenzar su aventura en las ligas importantes con sus finanzas en riesgo.

Sin duda, la actividad necesita ser replanteada desde sus fundamentos, pensando en los clubes.

Los desgraciados sucesos del último 21 de mayo en Valparaíso, lejos de enaltecer la efeméride en sus dos connotaciones de identidad nacional -la histórica-épica y la político-republicana- pusieron de manifiesto la grave crisis de valores que atraviesa a nuestra sociedad, sacudida por una serie de conductas corporativas de gran reproche social por un lado y las tropelías de violentos exaltados que no escatiman esfuerzos por destruir todo lo que tienen por delante, incluida una vida humana.

Una ciudad-puerto, patrimonio cultural avalado por la Unesco, como Valparaíso ya no resiste mayores atropellos, excesos y faltas de respeto, siendo imperativo la toma de medidas al respecto. Por un lado se hace necesario recuperar para la ciudadanía el espíritu y la esencia de la fecha 21 de mayo, que no es otra cosa que el culto colectivo a los héroes, protagonistas de la epopeya de Iquique y el éxito de Punta Gruesa; todo inmortalizado en el monumento y cripta emplazada hace justamente 130 años en la explanada de la Plaza Sotomayor de nuestro principal puerto; conmemoración que se ve eclipsada por la cuenta pública que realiza la presidencia de la República -motivo o excusa para mal entendidas rebeliones sociales y su consecuente destrozo urbano- acto republicano que no debería, por otro lado, desembocar en este tipo de barbarie.

Sin duda en ello se produce una desadaptación que invade a ambas conmemoraciones. Así el mensaje presidencial, debe circunscribirse a un horario presionado por el tiempo (antes de las 12:10 horas el Primer(a) Mandatario(a) debe estar presente en el Homenaje Naval). Muchas veces al confrontarse las distintas posiciones en torno a la cuenta pública, los ánimos se ven alterados, lo que sin duda produce asperezas y desencuentros.

Es necesario entonces adecuar el calendario y lógicamente ante la inamovilidad de un hecho histórico de tal magnitud como la hazaña de Prat y sus hombres -cuya mayor virtud es la unión cívica- huelgan mayores comentarios.