Durante las últimas semanas, meses y años, hemos apreciado inquietantes imágenes, especialmente en zonas costeras. Los huracanes son cada vez más recurrentes, poderosos y destructivos, los desiertos avanzan, las lluvias son más intensas, los inviernos más tenues y vemos como la fauna marina muere por causas desconocidas en distintos puntos del planeta.

Varios investigadores y centros de estudio internacionales y nacionales han puesto el acento en que varios de estos fenómenos son explicados por el calentamiento global, o cambio climático, un hecho de gran magnitud y provocada por la acción del hombre. Hace unos días se supo que abril de 2016 fue el mes más caluroso registrado en el último siglo, con un aumento global de las temperaturas de 1,1ºC con respecto a la media entre 1951-1980, según lo precisan datos de la Nasa.

Es el tercer mes consecutivo que se rompe el récord de temperatura, y el séptimo que ha registrado un grado por encima de la media con la que se mide este indicador.

Científicos puntualizaron que el fenómeno de El Niño es uno de los responsables del aumento de las temperaturas, debido a que dispersó corrientes cálidas por el Pacífico; sin embargo no es el único causante. "Da miedo lo que está ocurriendo. Estamos llegando a un punto en que no sabemos qué va ocurrir. Sabíamos que El Niño iba a tener un impacto este año, pero no esperábamos un salto así", dijo el meteorólogo Eric Holthaus. La principal causa del calentamiento es la emisión de gases invernadero y las pocas medidas que se están tomando para contener su devastador efecto.

Ciertamente existen negacionistas del fenómeno, pero esto, no exime una realidad concreta: el alza de las temperaturas.

Lo interesante es que el mundo está tomando acciones al respecto y uno de los últimos ejemplos fueron los acuerdos de la COP21 de París que busca implementar medidas contra el calentamiento global.

Lo relevante, en este caso, es que estamos en presencia de un asunto planetario que exige soluciones desde esta lógica. En esto, todos somos responsables.

Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, existen tres acepciones para definir el concepto de "identidad". La primera acepción dice relación con el "hecho de ser alguien o algo [el mismo] que se supone o se busca". La segunda acepción reconoce la identidad como la "conciencia que una persona tiene de ser ella misma y distinta a las demás", en tanto que el tercer sentido del sustantivo la define como el "conjunto de rasgos propios de un individuo o de una colectividad que lo[s] caracterizan frente a los demás". Es el tercer significado del concepto, el que en estos días motiva el debate en diversos sectores políticos, cuando se discute el llamado "control de identidad", que es parte del proyecto de ley "corta" anti delincuencia, patrocinado por el gobierno.

La controversia emerge del hecho que para muchos, la promulgación de la ley que contiene el artículo mencionado, implicaría un atropello a los derechos constitucionales, que garantizan la privacidad y el resguardo de los rasgos propios del individuo ante la comunidad. En otras palabras, el control de identidad, vulnera el derecho de la persona a su presunta inocencia, ya que presupone la existencia de una conducta antisocial no comprobada, basada en la apariencia o actitud del individuo.

Sin perjuicio de lo mencionado - para muchos -la idea no parece tan reñida con los derechos individuales. Después de todo - se comenta - mostrar el carnet a la policía, para comprobar la idoneidad del portador, no es más que un gesto de colaboración con la autoridad, para ayudar a mantener el orden y las buenas costumbres.

Lamentablemente, la acogida con que un segmento importante de la sociedad ve la adopción del control de identidad como una medida para combatir el crimen, sugiere que quienes sustentan esta posición no consideran esa práctica como un debilitamiento del derecho a la presunción de inocencia, consagrado en nuestro sistema penal.