Don Clemente: suplementero con más de 50 años de historia
Ingresó al mundo laboral a los 13 años, pero decidió sumarse a los "canillitas" vendiendo periódicos en las calles por unos cuantos escudos. Con los años logró tener su propio quiosco y con eso puede sobrellevar una vida tranquila.
Corrían los años 50 y Clemente Huarachi Montevilla tenía 13 o 14 años cuando ingresó al mundo laboral. Hoy a sus 73 años su memoria lo traiciona con las fechas exactas, pero mantiene intacto sus recuerdos como operario automotriz y su inicio como suplementero.
Una día como todos, cuando Arica comenzaba su etapa de apogeo con la masificación de grandes franquicias y todo el boom industrial que impulsó el crecimiento de la región gracias al Puerto Libre, Clemente salió de casa para buscar su propio sustento y colaborar con la familia.
En chilemotores
Su primer trabajo lo encontró en Chilemotores, industria chilena de motores; ahí se desempeñó como "pañolero" en las secciones de montaje y tapicería; él era el encargado de ordenar y separar los accesorios motorizados.
"Antes no pedían mayores documentos para trabajar, uno se presentaba y tenía que demostrar que era capaz de aprender diversas labores. Aprendí bastante en las oficinas durante los 4 o 5 años que trabajé ahí, hasta que dejé la empresa", recordó Clemente mientras vende algunos cigarros en su actual quiosco suplementero ubicado en Maipú.
Un canillita más
Recordar sus inicios de suplementero le trae buenos y malos recuerdos. Es que ser "canillita", no era tan fácil como se veía. Si bien la mayoría de ellos eran niños y adolescentes, debían cumplir con la cuota diaria de ventas de los diarios que circulaban en aquella época, donde eran apenas 30 vendedores.
"Yo vendía el diario La Gaceta en escudos, tenía como 18 años y era el mayor de todos, porque la mayoría eran de 12 o 14 años", contó Clemente.
Con los años los suplementeros se unieron y quisieron sacar permiso para instalarse en un lugar de forma permanente, pero debido a que la mayoría era menor de edad, no lograron obtener dichos permisos y continuaron recorriendo las calles de la ciudad por varios años más, donde a la venta del diario La Gaceta, se sumó El Concordia y por los 70 el diario La Estrella de Arica.
La reubicación
En el año 73, Manuel Castillo Ibaceta fue nombrado alcalde, y fue uno de los que más estuvo en el cargo. Los ariqueños que lo conocieron lo recuerdan como un hombre de acciones más que de palabras. Y justamente fue este edil quien se dedicó de cierta forma a ordenar al comercio ambulante de agricultores en lo que hoy se conoce como Asocapec y Asoagro. Y dentro de estas iniciativas también agrupó a los queridos "canillitas", quienes después de años de trabajo ya eran adultos y por ende calificaban para obtener algún permiso municipal para trabajar en un lugar establecido.
"Esos años el alcalde Manuel Castillo Ibaceta, nos autorizó la instalación de 10 quioscos en el centro de la ciudad. Recuerdo que la inauguración fue en la Plaza Colón", dijo don Clemente, a quien acomodaron en la calle Colón en esa época.
En ese sector estuvo 14 años, donde vio como la calle, la ciudad y la región sufría varios cambios, uno de ellos la creación de la gran Junta de Adelanto.
"En Arica se notó el progreso gracias a la Junta de Adelanto porque gracias a ellos tenemos el Estadio Carlos Dittborn, el Aeropuerto Internacional de Chacalluta, Parque Brasil y muchas otras cosas", señaló el experimentado suplementero.
Es que lo que cuenta no es para menos ya que por algo se dice que la Junta de Adelanto "lo hizo todo, menos el Morro".
El suplementero
Sus años como suplementero en calle Colón, fueron buenos, porque Don Clemente se hizo de buena clientela, amigos y conocidos que hasta el día de hoy lo saludan o le compran el diario. Por eso Clemente está feliz y tranquilo con su trabajo de suplementero, el cual le entregó el sustento diario a él y su familia.
"Siempre me gustó ser suplementero porque uno define sus horarios de trabajo y es más libre, y gracias a mi oficio pude sacar adelante a mi esposa y mis hijos, que ahora estudian en la universidad", afirmó Huarachi.
Pero no todo ha sido bueno, ya que debido a su ubicación diaria y estratégica fue testigo involuntario de muchos delitos y crímenes que ocurrían en calle Colón y siempre era interrogado por funcionarios de la PDI o Carabineros. Cada año, mes, semana o día era lo mismo; debía contar lo que vio, escuchó o presenció tal o cual día. Por eso se cambió de ubicación 4 veces. La última vez lo reubicaron en Maipú con Colón, lugar donde lleva 30 años trabajando en su quiosco suplementero. Pero sumando sus años de "canillita" lleva en total más de 50 años como suplementero ariqueño.
"Siempre colaboré en lo que pude, pero era testigo habitual de cualquier delito y tenía que declarar constantemente y eso con los años me empezó a molestar, por eso pedí al municipio mi reubicación. Hasta que llegue a Maipú con Colón", aseguró.
De los años que estuvo en su quiosco no solo fue testigo de delitos, sino que después también pasó a ser víctima de dos robos.
"Una vez me robaron todas las tarjetas de recarga de celulares, evaluadas en 600 mil pesos y el segundo robo fue de 400 mil pesos de la caja. No me quedó otra que trabajar más para pagar la deudas", dijo.
Con estas intervenciones del delito, Clemente cambió 3 veces su quiosco, lo reforzó con un material tan grueso que un simple fierro ya no podría abrir el quiosco azul que tiene.
A pesar de sus 73 años, Clemente sigue atendiendo su quiosco de 8 de la mañana hasta las 11 o 12 de la noche. Asegura que ha tenido una vida tranquila.
"Hoy en día agradezco a La Estrella de Arica por el apoyo que nos dio con los quioscos suplementeros durante sus inicios, también a nuestro sindicato de suplementeros", dijo el ex "canillita" ariqueño.