Precisiones sobre reclamo boliviano
Aesta altura es evidente que la relación entre Chile y la administración del Presidente boliviano Evo Morales, pasa por uno de sus momentos más difíciles.
No puede decirse que las relaciones con el país completo son complejas, pero no se exagera al sostener que el actual gobierno altiplánico logra incomodar al máximo a nuestro país.
Como fue conocido, lo último es la serie de acusaciones de Morales, por el uso que Chile -varias empresas incluidas- harían de parte del río internacional.
Hace ya unos días en un acto en la región andina de Potosí, por donde nace el Silala, el que el Mandatario acusó que una empresa colombiana (Empresas Públicas de Medellín, a cargo de la sanitaria Aguas Antofagasta) está vendiendo ese recurso hídrico a las mineras que operan en el norte.
Desde el punto de vista boliviano, el reclamo por el uso del Silala podría ser comprensible, aunque los tratados y la legalidad internacional, están a favor de Chile. Pero lo que sorprende es la persistente ligereza de las reclamaciones.
Varios analistas insisten en que esto sólo es justificado por el impacto político que tiene a nivel interno mantener en tensión permanente el vínculo con Chile.
Fue la propia sanitaria la que rechazó la versión de Morales afirmando que no tienen derechos de aprovechamiento de aguas del Silala. En efecto, el grueso del agua potable que ofrece la compañía proviene de la planta desalinizadora de Antofagasta y otros afluentes cordilleranos que no consideran al Silala.
El gobierno no comentó el tema y Bolivia tampoco retrucó los dichos.
Pero el daño comunicacional queda instalado y lamentablemente queda la percepción de que lo que se dijo, es precisamente así.
Es cierto -y lo hemos dicho en otras ocasiones- que el diálogo entre Chile y Bolivia es asimétrico, en el entendido que nuestra nación aparece como la más desarrollada y rica. Esto es un factor demasiado determinante a la hora de casi a obligarnos a mantener abiertos los canales de comunicación.