Esta semana, el sitio web Soyarica.cl preguntaba a sus lectores si siente que ha mejorado la conducta vial de los ciclistas. Más de un 40% de quienes respondieron esta consulta se inclinaron por afirmar que efectivamente, hay un mejor comportamiento en las calles de quienes optan por movilizarse en estos vehículos.

Se debe concordar en que cuando una bicicleta entra al flujo vial y comparte las vías con peatones y otros vehículos motorizados como automóviles, motociclistas, taxibuses o camiones, los desplazamientos no son sólo deben considerarse recreativos, sino parte de un sistema en el que hay normas que deben conocerse y respetarse. Iniciativas tanto de autoridades como de agrupaciones ciudadanas y ciclistas, han ido ayudando a fomentar la seguridad en los usuarios de las bicicletas. Hoy es cada vez más común ver que los conductores de estos móviles se preocupan no sólo de usar cascos, sino que también de dotar a las bicicletas de luces, elementos reflectantes, espejos, y otros elementos que contribuyen a su seguridad.

La seguridad junto con el respeto por las normas y por los demás usuarios del sistema vial, redundan no sólo en la disminución de accidentes, sino que también en un funcionamiento más armonioso del mismo sistema y los flujos viales.

Hace sólo unos días, el Serviu denunció el mal uso de las ciclovías que se están construyendo en Santiago Arata. Así como los ciclistas han tenido que acostumbrarse a respetar las normas viales y a los demás usuarios de las calles, también los conductores de vehículos motorizados deben respetar, ahora, los espacios que se disponen para los ciclistas.

En la medida que vayan avanzando las obras de las actuales y futuras vías para bicicletas en la ciudad, el respeto también hacia esta nueva infraestructura y sus usuarios será un desafío. Así como hoy se ve vehículos que se estacionan en plazas y plazoletas, con argumentos se teme que las ciclovías puedan ser mal utilizadas.

Es por eso que el éxito de cualquier gestión vial también depende de los usuarios, de todos en general, ya sea de automovilistas o ciclistas.

El 31 de marzo el Ministro de Hacienda y el de Economía anunciaron un programa de 22 medidas para apoyar la productividad de la economía y, el 5 de abril, la Comisión Presidencial de Productividad, encabezada por Joseph Ramos, entregaba su informe con la proposición de 21 medidas a la Presidenta de la República. El mismo día la comisión que formó la Confederación de la Producción y el Comercio (CPC), informó que la próxima semana se entregará el informe de su propio trabajo sobre el tema. La lectura de los textos entregados muestra que no hay acuerdo entre ambos equipos respecto a las prioridades. Hay algunas medidas que se repiten asociadas a la simplificación de trámites, cambios en el sistema notarial para efectos comerciales, y algunos perfeccionamientos a las normas de comercio internacional (aunque no las mismas). De todos modos, la lectura de los informes hace pensar que en realidad se necesitan 43 medidas urgentes.

Pero si la CPC consideró necesario proponer otro informe, parece que el problema es aún mayor pues significa que los trabajos de Hacienda y de la Comisión, no consideraron los intereses de los empresarios agrupados en la CPC.

Se sabe que el problema de productividad en Chile es importante, grave y urgente, pero esta manera de enfrentarlo no conducirá a ninguna parte. Ante todo porque el desarrollo de la productividad requiere coordinación, acuerdos público- privados y confianza mutua. La existencia de equipos paralelos, trabajando cada uno por su lado y sin considerar las opiniones e intereses de los empresarios, revela un método de trabajo ineficiente y equivocado.

Es de manual. Si pretendemos elevar la productividad, debe hacerse un esfuerzo para acordar con las empresas las medidas que permitan lograrlo. Si se requieren recursos públicos (como parece el caso), también debe haber compromisos de contrapartida pues no es razonable que el Estado asuma costos sin saber si éstos tendrán algún provecho.