Medios Regionales
En toda interacción entre dos personas, sea entre amigos, familiares o pareja, siempre habrá reticencia a hablar de ciertos temas. Conversaciones pendientes que se han ido posponiendo por el mero hecho de pensar ello provoca un malestar y un nudo en el estómago. Esto, aunque recurrente, no permite que la comunicación fluya, lo que lleva a evitar a esa persona y, finalmente, a distanciarse.
Por lo mismo, un acto fundamental para cuidar una relación radica en hablar de los temas que nos interesan con las personas que nos importan. Estar presentes y disponibles para dialogar y aclarar es esencial. Si alguien le plantea una queja, considere que usted es importante para esa persona. Si no le interesara, sencillamente no se molestaría en exponerla, no le dedicaría tiempo. En vez de huir o reaccionar a la defensiva ante un reproche, intentemos considerar: ¿qué quiere realmente la otra persona?, ¿qué petición o necesidad encubierta existe?, ¿cuál es la expectativa que no se le ha cumplido? A veces, en lugar de ser claros y abiertos diciendo lo que nos gustaría, reprochamos y recriminamos.
Además, sólo estando muy presentes podemos percibir los gestos, las posturas y el lenguaje no verbal, recursos importantes en la comunicación. Una vez que se ya se estableció un contacto sincero, atento y recíproco, es un buen paso decir lo que se siente. Pero no para culpar al otro o exigirle a cambiar de comportamiento.
Otros sencillos pasos para mejorar una relación son hacer peticiones explícitas, claras y concisas, escuchar y aceptar las perspectivas del otro, y generar nuevos temas que enriquezcan la conversación.
Empatía
Una de las claves es ponerse en el lugar del otro y para eso es importante la perspectiva. Por ejemplo, para entender a sus padres, debe considerar que usted mismo da no siempre es recibido como lo que el otro necesita. Esto es por la generación de falsas expectativas por parte de ambos protagonistas. La experiencia ayuda a entender.