"La economía está destruyendo el mundo" y el efecto más crítico de lo anterior es el cambio climático. La contundente frase fue dicha hace unos meses por el filántropo norteamericano avecindado en Chile, Douglas Tompkins.

El empresario, junto a su esposa Kris McDivitt, dio vida al Parque Pumalín, el cual está entre las mejores áreas silvestres protegidas existentes en el país.

Ubicado en la Región de Los Lagos, y sólo dividido por una porción perteneciente a la fundación Huinay -empresa ligada a Endesa que llegó allí por gestión del expresidente Eduardo Frei Ruiz- Tagle-, Pumalín tiene bellos parajes de cordillera y mar, con el ícono permanente de los alerzales milenarios.

La zona es conectada a pedazos por la inconclusa Carretera Austral, por mar desde Puerto Montt, Castro y Quellón y por aire en vuelos esporádicos y peligrosos. Puede decirse que la belleza exuberante es proporcional al peligro y lejanía del territorio.

Es indudable que Tompkins, seguidor de la 'Ecología profunda', iniciada por el pensador, Aerne Naess generó polémica con sus compras, allí y en otros lugares de Argentina, Brasil y Paraguay. Y los cuestionamientos siguieron siempre una lógica similar: poner en duda que su decisión fuera 'sólo' salvaguardar aquellos territorios.

Si bien, Tompkins no veía incompatibilidad en una economía que crece, enfatizaba que los recursos del planeta son finitos y ello es una realidad que debe tenerse muy en cuenta. La ecuación era simple, la proyección de la población y los consumos implicados, están colapsando a la Tierra, y por lo tanto a la sobrevivencia de la humanidad al poner una presión y demanda que no puede responderse a cabalidad, sin romper equilibrios naturales.

Tompkins ha perdido la vida, pero es indudable que generó quiebres de relevancia y deja un legado importante para el país y el planeta.

Allí están las miles de hectáreas protegidas de la actividad industrial, pero más que eso, las conversaciones y puesta en valor del cuidado medioambiental que él motivó, alentó y ayudó a instalar en el país.

Endoscopía significa mirar adentro y es la inspección directa de una cavidad o conducto del cuerpo por medio de instrumentos ópticos adecuados al lugar de la inspección. Neruda nos relata su experiencia en el poema Laringe:

Ahora va de veras dijo/ la Muerte y a ni me parece/ que me miraba, me miraba/ Esto pasaba en hospitales/ en corredores agobiados/ y el médico me averiguaba/ con pupilas de periscopio/ Entró su cabeza en mi boca/ me rasguñaba la laringe/ allí tal vez había caído/ una semilla de la muerte/ En un principio me hice humo/ para que la cenicienta/ pasara sin reconocerme./ Me hice el tonto, me hice el delgado/ me hice el sencillo, el transparente/ solo quería ser ciclista/ y correr donde no estuviera/ Luego la ira me invadió/ y dije: Muerte, hija de puta/ hasta cuando nos interrumpes?/ No te basta con tantos huesos?/ Voy a decirte lo que pienso:/ no discriminas, eres sorda/ e inaceptablemente estúpida/ Por qué pareces indagarme?/ Qué te pasa con mi esqueleto?/ Por qué no te llevas al triste/ al cataléptico, al astuto/ al amargo, al infiel, al duro/ al juez prevaricador/ al mentiroso periodista/ Por qué vas a llevarme a mí?/ Qué tengo que ver con el cielo?/ el infierno no me conviene/ y me siento bien en la tierra./ Con estas vociferaciones/ mentales me sostenía/ mientras el doctor intranquilo/ se paseaba por mis pulmones:/ iba de bronquio en bronquio como/ pajarillo de rama en rama/ yo no sentía mi garganta/ mi boca se abría como/ el hocico de una armadura/ y entraba y salía el doctor/ por mi laringe en bicicleta/ hasta que adusto, incorregible/ me miró con su telescopio/ y me separó de la muerte/ No era lo que se creía/ Esta vez no me tocaba./ Si les digo que sufrí mucho/ que quería al fin el misterio/ Que nuestro Señor y Señora/ me esperaban en su palmera/ que la angustia me devora/ de tener muerte cercana/ Si digo como la gallina/ que muero porque no muero/ denme un puntapié en el traste/ como castigo a un mentiroso.