Las sirenas de los carros de Bomberos recorriendo el fin de semana rincones de Arica, o el llamado hecho por el municipio ariqueño a continuar con las contribuciones con los damnificados de las regiones de Antofagasta y Atacama, son un signo alentador de que esta zona de Chile aún no olvida lo que ha ocurrido en aquella zona del país, afectada por una catástrofe de proporciones.

La ciudadanía aún se conmueve por un hecho que, a pesar de los muertos y desaparecidos, empieza a diluirse y a salir de las pautas informativas especialmente de los medios nacionales, que ya no encuentran las historias y escenas apocalípticas de los primeros días.

Hoy, las zonas del país devastadas por las crecidas de ríos y aluviones se enfrentan a los momentos que, sin duda, son los más complicados: el momento de ordenar, recuperar y reconstruir. Todo esto, en medio de la miseria que dejó detrás un "tsunami desde los cerros", como así lo reconocieron los vecinos, en especial de Chañaral, quienes se habían preparado para un embate desde el mar, pero jamás desde el interior del árido desierto.

Las horas, hasta los minutos que esta catástrofe ocupó en la televisión abierta, ha vuelto a encender no sólo las quejas de los habitantes de los lugares afectadas, sino el debate respecto a cómo los medios no sólo pueden difundir un hecho noticioso tan difícil, sino que cómo pueden contribuir a resolver el problema. En este sentido, es importante que la catástrofe desde el punto de vista real y humano mantenga su vigencia en términos informativos. Porque lo peor suma ahora cada día. El hallazgo de muertos continúa, como también otras desgracias asociadas, lamentablemente, a los esfuerzos por ayudar a esta zona.

La catástrofe que sufrió Taltal y al menos cinco comunas de la región de Atacama, no debe quedarse sólo en el impactante inicio visto por la TV, porque es hoy cuando se viven los momentos más difíciles, cuando llega el momento de levantarse y revertir los efectos humanos y materiales que ha dejado uno de los eventos más destructivos en la historia del norte chico del país.

El 29 de diciembre del año pasado el Gobierno envió a la Cámara de Diputados el proyecto de ley que "moderniza el sistema de relaciones laborales, introduciendo modificaciones al Código del Trabajo".

Luego de un extenso análisis de los contenidos de esta iniciativa, estamos seguros que la reforma laboral generará un impacto negativo de manera transversal en todo el país, lo que también incluye a las empresas y trabajadores de la construcción.

La reforma no ayuda a abordar el mayor desafío que tenemos como país, que es profundizar el mercado laboral en jóvenes y mujeres. Especialmente preocupante son dos medidas que incluye la reforma, como "la titularidad sindical" y la "extensión de los beneficios negociados por el sindicato".

Éstas medidas comparten un objetivo común: avanzar hacia un régimen de sindicalización forzosa al entregar a los sindicatos el "monopolio" de la negociación colectiva, independiente de su representatividad, y dotarlos de la posibilidad de "discriminar" entre trabajadores afiliados y no afiliados.

A los trabajadores se les restringirá su garantía constitucional de libertad individual, por no tener otra posibilidad que sindicalizarse para negociar colectivamente. Y también habrá menos oportunidades laborales, en especial las personas sin experiencia.

Mientras que los empleadores verán limitado su derecho de propiedad, ya que pierden capacidad para asignar el patrimonio de su empresa y, en el caso de los empleadores vinculados a la construcción, tendrán mayor incertidumbre al participar en licitaciones de obras.

Si realmente queremos retomar el camino del desarrollo es necesario considerar las visiones de los diversos sectores de la sociedad, para así tener un mejor país con más oportunidades, pero sobre todo con más empleo, porque creemos que construir Chile es obra de todos y con todos.