Las utopías de estados dictatoriales presentados en obras aparentemente futuristas como Metrópolis (1927), Un mundo Feliz (1932) o 1984 (1947), palidecen frente al Gobierno Mundial que se disfraza hoy bajo el nombre de Democracia y que encuentra en los actores políticos de todos los espectros, los ejecutores de la imposición de la superestructura bancaria-capitalista basada en el interés y la especulación.
En el escenario local, los políticos de izquierda y derecha son la cara visible de una sociedad decadente, materialista y vulgarizada, acondicionada por los medios de comunicación masiva cuya principal premisa es la idiotización sistemática del pueblo -¡véanse los canales de televisión y la prensa en general!-, sin que se encuentre, al parecer, solución alguna frente a la tiranía 'democrática' y sus agentes, carentes de ideales, valores y de sentido de trascendencia.
Rafael Videla Eissman.