No sólo de pan vive el hombre , una máxima que se hace todavía más patente cuando los integrantes de una sociedad tienen satisfechas sus necesidades básicas.

Es lo que ocurre hoy en Chile, donde los niveles de extrema pobreza se han reducido a mínimos históricos y la malnutrición es principalmente un recuerdo, largamente superado por un creciente sobrepeso.

Es ahí cuando se abre el tiempo para el ocio.

Este puede convertirse en ociosidad, definida por la Real Academia como "el vicio de no trabajar, perder el tiempo o gastarlo inútilmente", o bien como el ocio productivo y creador, a la manera en que era entendido en la Grecia Clásica.

Arica está lleno de potenciales artistas y tiene una riquísima historia y acervo cultural para nutrirlos, pero muchas veces sus ímpetus creativos quedan truncos por falta de apoyo.

Por ello, resulta completamente digna de aplauso la inauguración en la ciudad del segundo Centro de Creación del país, en el que los forjadores de cultura encontrarán acogida y respaldo.

En el lugar, ubicado provisoriamente en el Pasaje Sangra, se dictarán talleres para niños en distintas materias, los que debieran ampliarse en un par de años, cuando se construya el edificio para el centro, en los terrenos de la ex cárcel de Baquedano, que en un curioso giro del destino recupera así su carácter original de formador de juventudes, ya que antes de ser un recinto penitenciario el caserón albergó la primera sede del Instituto Comercial de Arica.

Esto se suma a la confirmación de que la ex Estación del Ferrocarril de Arica a La Paz albergará a la nueva biblioteca regional.

Con esto se despejan las dudas existentes sobre el destino de ese monumento nacional, que se iba deteriorando lentamente ante los ojos de los ariqueños.

Se empieza a saldar así una deuda del Estado con ese histórico edificio, con un proyecto que resulta de toda lógica, considerando que las estaciones ferroviarias en desuso se han mostrado en muchas partes como excelentes recintos culturales.

El letrero no arrojaba mucha luz sobre el tema. Juan De La Cruz: Iriólogo. "Te mira los ojos, te dice lo que tienes y cómo sanarte", me habían dicho.

Así, mi recelosa idiosincrasia, poco dada a despojarse de las vestimentas por clínicas razones, ni someterse a examen, extracción, radiografía, cultivo, biopsia o palpación alguna, me llevó por un inesperado atajo hacía la iriología.

La desgarbada complexión de quien ostentaba el título, le otorgaba un cierto aire de Quijote, falto de Sancho y barba, pero pródigo en sabiduría. Quedé maravillado. Era la primera vez que alguien exteriorizaba mis padecimientos con sólo escudriñar mis ojos. Salí de allí convencido de que si hubiese querido saber mi R.U.T, le habría bastado con darme otra ojeada.

Un par de años después, mi madre evidenció algunas molestias en la zona torácica. Cuando sus dolencias se acentuaron acudimos a un cardiólogo y luego a otro. No detectaron nada. Desconcertados, veíamos a nuestra progenitora abatirse ante un mal desconocido. Pese a su natural reticencia, la convencí de acudir a él.

Tras examinarle con detención uno de los ojos, se acomodó para escrutar el otro, señalando de paso algunas dolencias menores. Mientras lo hacía, mi madre alzó los hombros con escepticismo. Terminado el examen determinó: "Ud. siente una opresión al pecho. Consume sus alimentos muy calientes, ¿verdad?". Mi madre asintió, perpleja. "Si la llevan a un cardiólogo, no le va a encontrar nada, los síntomas de esta enfermedad son engañosos". "Usted señora -diagnosticó entonces- "tiene recogido el esófago, por el hábito de consumir sus alimentos casi hirviendo. La irritación es grave y puede derivar en cáncer. Pero de seguir mi tratamiento, en seis meses se va a sanar". Ella, atemorizada, se ciñó al régimen un año. No volvió a sentir molestias.

Hace un tiempo don Juan me llamó a la casa. Está retirado. Me felicitó, confesándose un asiduo seguidor de mis historias en el diario. Fue grato escucharlo después de tanto tiempo. Y mientras colgaba el teléfono, no pude evitar pensar, con algo de egoísmo, por cierto, que aún es tiempo de clonarlo.