Un 2 de enero con sabor a lunes
Los que trabajaron ayer se dieron cuenta que todo anduvo lento y sin mucho ánimo, ya que la resaca del Año Nuevo todavía les dura a algunos. Poco tránsito, comercio vacío. Lo bueno es que quedan días para reponerse.
Los que trabajaron ayer se dieron cuenta que todo anduvo lento y sin mucho ánimo, ya que la resaca del Año Nuevo todavía les dura a algunos. Poco tránsito, comercio vacío. Lo bueno es que quedan días para reponerse.
Aunque más de una vez las autoridades de Salud han anunciado medidas e incentivos para formar y atraer a la ciudad más especialistas, la porfiada realidad indica que estos parecen no estar siendo suficientes.
Indicio de ello es el reclamo de los pediatras del Hospital Doctor Juan Noé, quienes a través de una carta a este medio hicieron pública de la falta de un colega para cubrir las necesidades de atención de los niños y neonatos en ese centro asistencial.
Los profesionales resaltaron que esto los obliga a realizar turnos muy extensos, lo que los agota y merma su capacidad de respuesta, particularmente ante emergencias, exponiéndolos a cometer errores.
La situación resulta más preocupante, al ser la salud de los niños la que está en juego y por ser el hospital público el que atiende a más pacientes y el que tiene la mayor capacidad en la región para tratar casos complejos.
Además, se debe considerar que Arica es una zona fronteriza que recibe grandes flujos de viajeros desde países vecinos, por lo que también cumple la función de una barrera sanitaria frente a enfermedades provenientes del extranjero.
En este escenario, algo está fallando en los incentivos con los que se intenta atraer a especialistas a nuestra región.
Para muchos médicos, los bonos no resultan lo suficientemente atractivos, ya que consideran que Arica es una zona lejana y aislada, donde sus posibilidades de crecimiento y desarrollo profesional se ven coartadas.
Hay expectativas de que esto pueda cambiar una vez que la Escuela de Medicina de la Universidad de Tarapacá esté funcionando a plenitud, dando la oportunidad a los galenos de trabajar en el área académica, además de clínica y de acceder a actividades de actualización y perfeccionamiento profesional.
Pero para eso pasarán varios años, por lo que es necesario adoptar medidas para resolver el problema en el intertanto.
La salud de los niños lo requiere.
Hace unos días tuvimos la cuenta anual del Colegio de Abogados de Arica y Parinacota. Para la ocasión, nuestra directiva, más que ofrecer los discursos ceremoniales de rigor optó por hacer una conversación ampliada y franca con los asociados, con el objeto de recibir inquietudes, sugerencias y peticiones.
Una de las preocupaciones recurrentes, consistió en la triste constatación de la muy deficiente conducta ética de algunos operadores jurídicos de Arica, tanto en estrados como en sus relación con clientes, que no solo los esquilman sino que además los dejan en plena indefensión.
El añoso y conocido cuestionamiento de Hamlet cobra así, renovado interés para los abogados de Arica, y se traduce siempre en una estructura binaria muy simple: Se es o no se es.
Sabemos que la pertenencia al Colegio de Abogados no solo permite acceder a constante perfeccionamiento profesional al posibilitar a los abogados asociados a participar, en condiciones preferenciales, en seminarios, charlas, congresos, diplomados y otras actividades académicas sino que también -y esto es fundamental- a dignificar la profesión, ya que sus asociados aceptan sujetarse voluntariamente a la supervisión ética de sus pares, lo que constituye una garantía (no la única) de recto ejercicio de la abogacía y de altos estándares profesionales para los clientes.
Es bueno que la sociedad civil ariqueña lo sepa desde ya: no es lo mismo ser un abogado colegiado que uno que no lo esté. Averigüe, pregunte.
El Mercurio publicó los asociados de todo Chile, incluyendo los de regiones. Búsquelos aquí: http://goo.gl/qrY0Ft
Se lo repetimos todos los años por esta misma sección, pero nunca está demás el revisar dos veces tras emitir o recibir un cheque, por si en el lugar donde aparece la fecha, quien lo escribe, anota 2014. Cambiarlo es un real "cacho".
Parece que muchas familias se surtieron de muchos fuegos artificiales, tantos que no alcanzaron a a tirar toda la artillería en Año Nuevo, por eso en algunas poblaciones algunos jóvenes continúan explotando lo que está prohibido.