La Encuesta Anual de Remuneraciones que realiza la consultora Mercer reveló que el 64% de las empresas chilenas entregará un bono navideño a sus empleados durante este mes, con el fin de ayudarles a pasar las festividades. De acuerdo al estudio de este año, que encuestó a 237 empresas presentes, el monto promedio que entregarán es de $171.000. En ello hay que considerar que la cantidad se encuentra influida por aquellas grandes compañías -en especial de la minería del norte- que ofrecen beneficios superiores a las medianas y pequeñas. En la encuesta del año 2013, la consultora Mercer había indicado que el bono navideño promedio era de $ 150.000.

El aguinaldo es un beneficio que está arraigado en la cultura nacional. Favorece no solamente al empleado, sino que impacta en el bienestar familiar y ayuda a reactivar las ventas del comercio, especialmente en los rubros de carnicerías, rotiserías, bebidas, licores y vestuario, que tienen a diciembre como el mejor mes para sus operaciones.

Las empresas se han dado cuenta de que entregar aguinaldo es una buena manera de comprometerse con quienes trabajan en la organización. En cuanto a las compañías que no ofrecen un beneficio monetario a sus empleados, entregan un regalo.

Sin embargo, llamó la atención la poca preparación del comercio para incentivar las ventas navideñas. Los adornos y vitrinas alusivas a la Navidad, una de las épocas con más dinamismo comercial, no se vieron con anticipación y entusiasmo en Arica. Sin embargo, en diciembre las ventas aumentan alrededor de 60% y se estima que en este período, el gasto promedio extra de cada consumidor supera los 200 mil pesos.

Se calcula que el comercio nacional vende unos 3.500 millones de dólares en diciembre, de preferencia incentivado por la Navidad y el Año Nuevo. Para lograr estos niveles, el comercio debe extender su jornada de atención. Sin embargo, es importante recordar el llamado a la moderación en los gastos y evitar el caer en el sobreendeudamiento.

El colapso de Santiago a causa de una falla en el Metro, hace unas semanas, dejó en evidencia la necesidad de tener medios alternativos de transportes, más allá del auto propio, microbuses o colectivos. Sin duda, que esto revalidó el rol de la bicicleta y, de paso, mostró la deuda que tenemos con ella.

Razones hay de sobra: no contaminan, no hacen ruido, son rápidas y confiables; además se adaptan perfectamente a las características climáticas y geográficas que posee la capital regional, con un clima templado, sin lluvias y con trayectos cortos y planos, aunque sí peligrosos. De hecho Arica está entre las 10 ciudades donde ocurren más accidentes vinculados a este transporte, según un estudio de Conaset publicado en El Mercurio. Además, hay que considerar que el número del parque automotriz en Arica crece aceleradamente, en circunstancias que las calles ya no soportan más vehículos.

Por lo anterior se hace indispensable lograr un viejo anhelo: construir una ruta especial y diferenciada para los ciclistas, pero no sólo vinculada al borde costero o al turismo, sino como un medio de transporte que sirva a estudiantes, obreros, profesionales y dueñas de casa, que conecte de norte a sur y de este a oeste, para que todos puedan usar este medio de manera segura, sin lamentar accidentes.

Aunque el Minvu ha anunciado que se encuentra trabajando a nivel nacional en un plan de 190 kilómetros para los próximos tres años que abarca 32 ciudades, en Arica la cantidad de kilómetros que se construirán hasta el 2018 solamente alcanzan los 4 mil 400 metros, muy poco para esta ciudad, que incluso es superada por urbes como Aysén, Talca o Copiapó.

Hoy estamos en una oportunidad única, donde todavía se puede diseñar y construir un trazado urbano que esté a disposición de todos los ciclistas y así tener una ciudad con una mejor calidad de vida.