"Srs. Continental School, Presente". Ése era el encabezamiento del segundo sobre que había enviado. El primero había recibido como respuesta una serie de folletos, graficando el equipo, entregado por el curso de dibujo por correspondencia de su afamada escuela.

Aún no superaba los doce años y ya, desde los cinco, coleccionaba con avidez la amplia variedad de revistas de caricaturas mexicanas que llegaban al país. Gracias a ellas conseguí los rudimentos de lectura que luego perfeccioné en la escuelita rural de "Central", pueblito ferroviario emplazado al interior de Arica.

"Red Ryder y Castorcito", "El Llanero Solitario" y un sinfín de épicos personajes fueron poblando mi niñez con sus intrépidas idiosincrasias y pintorescas aventuras. "Tonka, el caballo salvaje", un poni indio que huye para volver junto a su manada, cabalga aún por las llanuras del oeste americano, como también por los vericuetos de mi memoria.

Esas "historietas" -hoy llamadas "cómics"- traían la publicidad de dichos cursos. Dentro de los elementos de apoyo figuraba uno que capturaba particularmente mi imaginación: un muñeco de madera, articulado, que recibía el postulante de ser aceptado. De ahí mi ansiedad por recibir respuesta a la segunda carta.

Mi padre, quien servía de mediador entre el correo y mis cartas, había leído en silencio la respuesta a la primera de ellas. El ceño fruncido, a la vista de la cuota en dólares, me hizo temer una negativa, pero al recobrar su frente la tersura habitual supe que habría luz verde para mi proyecto.

Meses después, curioseando, encontré la segunda misiva, guardada en el bolsillo del único vestón que mi progenitor poseía. Jamás había llegado al correo. La desilusión inicial dio paso a un súbito chispazo de discernimiento. Mientras una seguidilla de gruesas lágrimas desdibujaba las letras del sobre que tenía en las manos, comprendí lo que él no tuvo el valor de decirme. Desembolsar una mensualidad en dólares era imposible para el presupuesto de un obrero ferroviario. Mi padre habría querido cumplir mis sueños, pero simplemente no podía.

Ayer, La Estrella de Arica cerró el ciclo 2014 de Visión Regional, el evento periódico en el que personalidades regionales y nacionales han ofrecido distintas exposiciones sobre temas relevantes para la región, abriendo la posibilidad para las consultas y el debate. Para La Estrella, el poner a disposición de la comunidad regional una instancia de estas características es un privilegio y, al mismo tiempo, una enorme satisfacción.

El desarrollo de la región va de la mano, necesariamente, del diálogo y la información. Visión Regional se ha convertido en un punto de encuentro para distintos actores del quehacer local, para el mundo público y el privado; un espacio en el que confluyen diversas miradas y argumentos, que en su conjunto forman el pilar con el que esta tierra y sus vecinos pueden crecer.

El cierre de Visión Regional para 2014 estuvo cargado de una consideración especial, que se enmarca en el futuro, las oportunidades y las esperanzas que hoy caracterizan a Arica y Parinacota. Natalia Moncada, coordinadora ejecutiva de Emprende UC con Jump Chile, presentó la exposición "Jóvenes emprendedores: cómo detectar una necesidad y transformarla en oportunidad". Los últimos reportes del INE respecto al empleo, muestran el crecimiento que ha experimentado el trabajo por cuenta propia. Es decir, muchos están dejando de ser funcionarios o trabajadores dependientes, para iniciar sus propios negocios o emprender hasta sus sueños a través de diferentes negocios.

Es importante crear un ambiente propicio para los emprendedores, especialmente considerando las oportunidades naturales que se darán en la región debido a sus perspectivas de desarrollo. Es interesante considerar que sin bien la región no ha registrado un aumento significativo de la actividad emprendedora, sí cambió su perfil: de emprendimientos por necesidad y por oportunidades. Son aquellos los que llegan a ser más sustentables y al mismo tiempo, susceptibles de integrarse a la dinámica social y económica de la región.