El incierto futuro de los olivos
Al hablar de las aceitunas en Chile, por años se ha hecho la relación con Azapa. Tal como ocurre con este tipo de cultivos en otros valles de nuestro país, como es el caso del Huasco, la aceituna de Azapa en sí misma tiene un reconocimiento que recorre lo largo de esta tierra, una marca que destaca su procedencia y sus características, como también su calidad.
Es una distinción, a pesar de que no exista formalmente un sello de origen. Es el reconocimiento a una industria que se convirtió en una tradición ariqueña, tradición que lamentablemente hoy se encuentra amenazada por una serie de circunstancias.
Alrededor de 600 hectáreas de olivos se han perdido en los últimos años y la producción de aceitunas terminó cayendo de más de 30 mil toneladas, a sólo unas 8 mil. De acuerdo a datos del Indap, en estos momentos sólo desde Perú están ingresando al país unos 10 mil toneladas de este producto, que se ha incrementado debido a condiciones comparativas más ventajosas, especialmente si de condiciones e insumos se trata.
El caso es que Arica está perdiendo una tradición de casi 400 años. Se entiende que factores externos puedan conspirar contra esta actividad tan característica y de ribetes históricos en la zona, sin embargo, es digno de considerar aquellos aspectos respecto a los que siempre se pueda avanzar, mejorar y consolidar esta industria.
No se puede desconocer el desarrollo de nuevos negocios agrícolas en Azapa, que apunta y sustentan en una mayor rentabilidad. Se trata de una realidad insoslayable e indesmentible. Pero si se trata de la reconocida aceituna del valle, no se puede dejar de buscar fórmulas que permitan poner en valor el producto, a través de circuitos olivícolas y el desarrollo de una industria más potente del aceite de oliva, por ejemplo, que son experiencias en otros valles del país.
Todo esto, siempre que se mantenga la calidad agrícola de Azapa, porque el futuro de los olivos y las aceitunas enfrenta hoy otro desafío: la pérdida de suelos en beneficio de las parcelas de agrado y el uso residencial.