Verdadero taco humano-metro
Este fin de semana con todo el asunto de la Teletón en el Banco de Chile, muchas personas que transitaban por el lugar tuvieron que apretarse unos con otros para avanzar ¡Fue como estar en un vagón del metro!
Este fin de semana con todo el asunto de la Teletón en el Banco de Chile, muchas personas que transitaban por el lugar tuvieron que apretarse unos con otros para avanzar ¡Fue como estar en un vagón del metro!
Los $28.176.895.804 con que cerró la Teletón en la madrugada del domingo, se transformó en un nuevo y exitoso paso que ha dado esta cruzada en el país, no sin antes superar dudas e incertidumbres.
Mario Kreutzberger salió en defensa de la Teletón de las críticas que surgieron desde organismos como la ONU, que manifestó que esta causa solidaria promueve "estereotipos de las personas con discapacidad como sujetos de caridad". El popular "Don Francisco" dijo que aquello no es verdad y que ésta es la institución que más ha dignificado la discapacidad en Chile.
Ciertamente, como toda obra donde esté presente el ser humano, es perfectible, pero la Teletón es una institución que cumple una loable misión y que canaliza la colaboración de todo un país, en ayuda de los niños y jóvenes con discapacidad. Hay que considerar que un menor que se rehabilita en los institutos a lo largo de todo el país, pasa cerca de 20 años en tratamiento. De ello se desprende que una vez rehabilitado, la sociedad debe hacer mayores esfuerzos por su inclusión.
Han pasado 36 años y la Teletón es la obra más importante que se ha realizado en favor de los niños con discapacidad, trabajando en su rehabilitación y generando un cambio cultural, por su dignidad y derechos. Gracias a esta campaña se han construido centros en todo el país.
Es así como este año iniciará sus operaciones el número 14, ubicado en Valdivia, y se suma la construcción de un nuevo centro en Antofagasta, comprometido como aporte de parte de la familia Luksic, la que realizó la donación más fuerte de la Teletón este año, con $2.500 millones.
En tiempos en que se ha discutido los alcances, formas fondos y sentidos de esta campaña, vale también poner en la balanza otra dimensión de la misma, que tiene que ver con visibilizar una realidad muchas veces esquiva y que como en tantos otros casos, no se reconoce mientras no se viva, lamentablemente, en carne y vida propia. Ese mérito no se puede desconocer.
Vino desde las alturas. Desde los ancestrales dominios de la Pacha Mama y del Tata Inti, las divinidades tutelares que cobijaron sus primeros acercamientos con este mundo allá, en Guallatire, el lugar de las guallatas, los gansos andinos.
Sus primeros sueños se arrullaron con las melodías diseminadas por el viento en sus raudos encuentros con bofedales, con pajonales y con las montañas sagradas. Y esa música de la naturaleza lo siguió acompañando en su crecimiento, en su desarrollo; y poco a poco esas melodías de la naturaleza las fue encerrando en notas musicales, en pentagramas, en sones vernáculos que hizo brotar de zampoñas, quenas, tarkas y de instrumentos de bronce. El maestro Manuel Mamani se fue convirtiendo así, paulatinamente, en un mensajero de las divinidades aymaras; en un profeta, en un predicador que se dedicó, y se dedica, a esparcir el llamado de la tierra y de los cielos, a través de su música, primero, y después también de la danza, de los bailes vernáculos y de sus libros y ensayos, que atesoran las formas de vida, los ritos y las tradiciones de nuestra zona andina.
El maestro Manuel Mamani está recibiendo el justo y merecido homenaje de los suyos y de los que se hicieron suyos. Porque el hijo de estas tierras morenas es también parte nuestra, y de todas las latitudes terrenales por donde ha paseado los sones de Guallatire, de Parinacota, de Putre y de toda la alta constelación de pueblos andinos que iluminan sus noches con la maravillosa e inacabable luz natural de las rutilantes estrellas. ¡Qué alegría que el maestro Manuel Mamani reciba todos estos homenajes ahora! Cuando los puede disfrutar, cuando se puede emocionar con el afecto y el calor humano que le rodea.
En estos días, la serpenteante carretera hacia los dominios andinos se siente más liviana. Las guallatas cantan más alegres entre las lagunas y bofedales; Los pajonales bailan con el viento con mayor afecto y entusiasmo; las montañas tutelares protegen con más ternura a sus hijos morenos.
Además de los miles de voluntarios que ayudaron en la Teletón, son pocos los que valoran el trabajo de los agentes del Banco de Chile, quienes trabajan de forma incansable y voluntaria durante mucho más que las 27 horas. ¡Un aplauso a todos ellos!