Turismo, un futuro por consolidar
No existe vocación que se imponga por una ley o un decreto; debe existir convicción, trabajo y compromiso, condiciones necesarias para dar forma a lo que se puede llamar el "sello", especialmente si se trata de una comunidad, o una ciudad como Arica.
Si se trata de nuestra ciudad, en dichos términos, no se puede desconocer el trabajo que durante más de 30 años ha realizado la cámara de turismo local, la que esta semana celebró su aniversario trigésimo tercero.
Es un desafío, un honor y una enorme responsabilidad el integrar una organización encargada de dar el sello que por décadas la "ciudad de la eterna primavera" ha buscado. El nacimiento de la Cámara de Turismo de Arica estuvo de la mano de los primeros impulsos por darle forma y estructura al turismo como industria, con la idea de darle a la zona una característica propia y sustentable.
Hoy, es la misma cámara la que reconoce un estancamiento expuesto por el presidente de la organización, Ayú San Martín, en la cena de aniversario. Y es que a diferencia de otras ciudades del norte, donde la minería impone sus términos como sector productivo para que privados inviertan en el desarrollo e impulsen luego las iniciativas públicas, el turismo como sello necesariamente requiere de recursos del Estado, fruto de definiciones claras.
Hoy, los compromisos del Gobierno para con el desarrollo de la región de Arica y Parinacota, son un aliciente para el turismo también. Muchos de los planes propuestos para levantar la ciudad son indispensables para fortalecer también la vocación turística de la zona.
La Cámara de Turismo de Arica ha definido su trabajo con características de compromiso, proactividad y capacidad de adaptación a los tiempos. Sin embargo, para consolidar el sello de ciudad turística se necesitan más actores, para así crear aquel "sentido" que se quiere crear en Arica. Un "turismo con sentido" que involucre sello e identidad local, que esté de la mano de una cultura que impulse esta actividad y que sea la base que permita el despegue de una zona con una vocación turística que no se puede desperdiciar.