Ojo con la velocidad
Los trabajos que se están realizando en calles céntricas prometen dejarlas en excelente estado, pero ojalá que esto no haga que los conductores aprieten más el acelerador. Ojo con los límites de velocidad.
Los trabajos que se están realizando en calles céntricas prometen dejarlas en excelente estado, pero ojalá que esto no haga que los conductores aprieten más el acelerador. Ojo con los límites de velocidad.
Diversos panoramas son los que posee actualmente la región, los valles de Azapa, Lluta y Codpa son algunos de ellos además de la playa y el altiplano. Con todos estos destinos ¿para qué ir a Tacna?
El reciente caso del embajador de Chile en Uruguay, Eduardo Contreras, quien desató una polémica interna por sus declaraciones a una revista de ese país, en las que cuestionaba el rol de la DC en la génesis del golpe de Estado de 1973 y expresaba sospechas sobre la acción de grupos de extrema derecha en hechos de violencia en la zona de la Araucanía, volvió a traer a la memoria una discreta queja que de tanto en tanto surge de círculos diplomáticos y que se refiere al uso de las embajadas como premio para el pago de favores políticos.
Se trata, sin duda, de un galardón muy apetecido, por lo que conlleva en términos de paga en dólares, posibilidades de residir con comodidad en naciones extranjeras y con un trato deferente de parte de las autoridades, al punto de gozar de inmunidad.
Pero a veces parece no ser tomado también en cuenta que estos cargos vienen acompañados de una gran responsabilidad y deben ser ejercidos con gran tacto y cuidado.
Y el embajador Contreras nos acaba de dar un claro ejemplo, al cometer el desliz de emitir públicamente opiniones y visiones personales, en ejercicio de un cargo que lo obliga a representar los intereses del gobierno chileno y no sus convicciones particulares.
Dejando de lado cualquier postura ideológica se debe reconocer que la práctica de nombrar a dirigentes políticos como embajadores se viene repitiendo desde hace años en gobiernos de distinto signo, provocando así la legítima interrogante de qué valor tiene, entonces, la formación que los embajadores de carrera reciben en la Academia Diplomática.
El servicio exterior chileno debe ser de excelencia, como corresponde a un país que crece y quiere jugar un papel cada vez más relevante a nivel internacional, pero sobre todo por tener relaciones fluctuantes con vecinos que cada cierto tiempo dan muestras de insatisfacción o de discrepancia con las fronteras comunes.
La afinidad ideológica y gratitud política son legítimas, pero debieran buscar otras vías por las que encauzarse.
Aquellas jovencitas de minifalda, aquellos muchachos de pelo largo y patillas, los mismos que en los inicios de los años 70 bailaban al son de Música Libre; que se enamoraban con las canciones de Sandro, del Pollo Fuentes; que se identificaban con la argentina Tormenta que le cantaba al chico de su barrio, y con la Jeannette que susurraba que era rebelde porque el mundo la había hecho así.
Aquellos mismos adolescentes que cursaron su enseñanza media en el liceo Nª 3, que se ubicaba en Patricio Linch, entre 21 de Mayo y Sotomayor, que dirigía amorosamente pero con mano firme, la educadora Nieve Chi Fuentes; sí, ellos mismos, ahora, a cuarenta años de su licenciatura de Cuarto Medio, han vuelto a encontrarse, a abrazarse, a retomar las conversaciones y a recuperar el brillo juvenil en sus ojos; a sentir el calor, la vitalidad, la alegría de esa juventud que no muere ni morirá, porque cada uno y cada una la llevan en su mente y en su corazón. Ahora, revestidos de padres y abuelos; de profesoras y profesores; de abogados, médicos, matronas, ingenieros, locutores deportivos y, en fin, de una gran gama de profesiones y oficios; pero, por sobretodo, de buenas personas. Tras un largo viaje por la vida, volvieron a sus raíces, al lugar de su desaparecida -solo físicamente- Alma Mater. Arribaron desde distintos puntos de esta larga y angosta geografía e incluso del extranjero.
En este Arica, punto de encuentro, centro de añoranzas, de sueños guardados y de esperanzas de un retorno en algún momento del tiempo, volvieron a compartir los espacios, a pasear juntos por la bahía, a exteriorizar los recuerdos en una cena de camaradería. Y también, por supuesto, a vibrar con las danzas y canciones de Música Libre, con el amor brotando a raudales en las canciones de Sandro, con las añoranzas de la argentina Tormenta, y con todos esas canciones y vivencias juveniles que nunca los abandonarán.
El jugador Jaime Grondona regaló sus poleras N°15, motivo por el cual en el partido ante La Calera no le quedó otra que usar una polera N°5 con el número 1 parchado para simular el 15, pero se cayó ¿Nadie dijo ná?