Se ha convertido en un, lugar común destacar la importancia del profesor en la vida de todos. Sin embargo, el discurso no siempre se traduce en una valoración real y concreta de la profesión docente.

Muy bien lo recoge un spot que se emite en la televisión en la que toda una familia sufre una decepción cuando un joven que dio la PSU, les dice que estudiará pedagogía. Todo al final era una broma del adolescente.

El espacio se pregunta por qué esta elección se transforma en un problema para la familia, cuando debería ser al revés.

El jueves se celebró el Día del Profesor y lamentablemente en Chile, su situación no es de las mejores. La deuda con los maestros es histórica y una de las más grandes del Estado. Las condiciones en que muchos se desempeñan no son las mejores e incluso hay varios que sufren el maltrato de estudiantes y apoderados.

También están -como en todo orden de cosas-aquellos profesores que hacen mal su trabajo.

Como sea, hoy Chile debe propiciar las condiciones para tener los mejores maestros.

El profesor no sólo entrega conocimientos, sino que valores y experiencias de vida.

Al salir de la casa, se transforman en parte de una especie de segunda familia, en la que es el guía. Por ello, no sólo el Estado debe proporcionar buenas condiciones, sino que nosotros como sociedad darle un mejor pasar.

Muchos padres se "desligan" de sus responsabilidades y las traspasan a los maestros, lo que no es bueno. Si bien los profesores son los encargados de educar, las lecciones de vida primero se dan en casa.

Los propios establecimientos educacionales tienen el deber de protegerlos. En muchas ocasiones, los maestros sufren maltrato de alumnos, pero liceos o escuelas a lo largo de Chile no toman las medidas necesarias.

Es de vital importancia que estos casos no ocurran. Cautelar la seguridad y la integridad de los maestros, es una de las tareas por las que se debe velar.

Si no eres vegetal y estás vivo eres parte de este mundo, tendrás que al menos preguntarte, aunque quizás no coincidas con mi criterio de que hay muchas cosas que no andan por la dirección debida.

Día a día estamos intoxicados por alarmantes noticias, crueldad inusitada con decapitaciones y su show de trofeos con barbas y pelos en Medio Oriente, amenazas de guerra nuclear por gobiernos de Oriente , asesinatos de personas ejecutadas por carteles caribeños, casamientos de pequeñas e inocentes niñas con peludos adultos.

En nuestra América morena, desaparecimiento de estudiantes en México y nadie sabe si están vivos o muertos, robo a personas, comercios y cajeros, incendios y asaltos de bosques, campos y elementos de trabajo e incluso de casas con moradores en su interior, bombas surtidas, amedrentamiento a personas encargadas de colaborar con la justicia, sectas satánicas que terminan con la vida de sus propios hijos, corrupción y falsificaciones a todo nivel, malversaciones , pedofilia y prostitución infantil, abuso en sistemas bancarios, robo de ahorros previsionales, excesos en licencias de trabajadores y negaciones en no otorgar prestaciones al amparo de letra chica, por las instituciones creadas para ese efecto.

Ataques y depredaciones a la fauna, flora y medioambiente, encapuchados y sin capuchas violentos que da susto y así se puede describir miles de ejemplos más.

Es que algo está fallando, los encargados de protegernos están de manos atadas, y tienen miedo, porque son seres humanos, de no meterse en algo que no saben como va a terminar.

Es que hemos otorgado demasiadas permisividades, y estamos protegiendo los derechos de quienes nos asustan y no de quienes estamos asustados.

Es hora de decir basta, porque tarde o temprano te va a tocar a ti también.

Si quieres decir que mi columna de hoy es alarmista y pesimista... es tu derecho, pero no por eso mañana cuando nos topemos me vas a decapitar porque pienso diferente a ti.

Tolerancia amigo.