Pedro Silva Mamani:'Conozco el Valle de Azapa como la palma de mi mano'
Pedro Ángel Silva Mamani (41) conduce hace 15 años la ambulancia de la posta de San Miguel de Azapa. Llegó a hacerse cargo de 'la guagua', como cariñosamente llama al vehículo que conduce, por causalidad, ya que en un principio sólo necesitaban un reemplazo por 3 meses y desde esa época ya han pasado varios años.
Antes de ser conductor de la ambulancia fue chofer de colectivo de la línea 4 y también trabajó como camionero, por lo que ha hecho la mitad de su vida al volante, algo que lo hace sentir orgulloso, ya que conoce casi todo el Norte Grande gracias a su trabajo.
Dice que ha quedado una sola vez en panne. Fue en diciembre del año pasado cuando el pistón de la ambulancia, modelo Mercedes Benz Sprinter, se fundió y la reparación costó 7 millones de pesos.
Pedro recuerda que estuvo 4 meses sin su 'guagua'.
'En ese tiempo trabajé en una camioneta haciendo casi lo mismo. Pero como era un vehículo sin implementación médica, para cualquier cosa tenía que esperar que llegara la ambulancia de Arica. Esos meses se me hicieron eternos'.
Pedro Silva dice que es un azapeño de corazón, nacido y criado entre aceitunas y tomates. Su padre formó parte de la Junta de Adelanto y su madre era dueña de casa. Él es el mayor de tres hermanos.
Uno de los momentos más alegres de su vida fue cuando obtuvo su primera licencia de conducir clase B luego fue por la de camiones y colectivos.
En un principio comenzó a manejar una ambulancia donada por Rotary Club y luego cuando ésta se fundió comenzó su aventura con 'la guagua'.
Asegura que se conoce todos los recovecos que tiene el valle y que uno de los momentos más difíciles de su carrera fue cuando ocurrió el accidente de los niños quemados del Liceo Agrícola.
'Estaba acá limpiando mi máquina cuando me llamaron que había un accidente, me dijeron que había dos niños quemados. Cuando los vi se me partió el alma ya que estaban con los cueritos de la piel hacia afuera. Los subimos a la ambulancia, los bañamos en suero y no me acuerdo cómo, pero me demoré 5 minutos en llegar al kilómetro 1'.
Pedro agrega que en ese instante y por protocolo llamó a la ambulancia de rescate de Arica, pero al ver que se demoraba siguió de largo y los llevó por su cuenta hacia el Servicio de Urgencia.
'Eso fue lo más terrible que me pudo pasar en mi carrera, desde ahí que mi vinculo con el Samu no es el mismo porque siento que me defraudaron, ya que luego de eso vino todo una polémica de por qué nosotros trasladamos a los niños, cuando los llevamos por mejor, ya que la posta de San Miguel no tiene la implementación necesaria para atender un accidente de urgencia', destaca el conductor.
Lo que más le duele a Pedro es el tema de la burocracia y el protocolo que ya no le permite trasladar pacientes de gravedad directamente hacia el Servicio de Urgencia de Arica.
'Esta ambulancia sirve sólo como un vehículo de transporte y no para emergencias. La gente de Azapa necesita una ambulancia de avanzada que sea independiente de la que tiene el Hospital Juan Noé porque en el traslado de allá hacia acá se demoran alrededor de media hora. Yo demoro alrededor de 15 minutos, ya que me conozco todos los caminos y recovecos del valle', asegura orgulloso.
Otra de las emergencias a las que ha asistido fue al accidente de las niñas del Colegio Cumbres, tragedia que también lo marcó profundamente, pero también lo hizo darse cuenta de lo fundamental que es su labor en casos de accidentes.
Pedro hace cinco meses trabajaba siete por siete hasta que llegó un relevo gracias al cual puede 'descansar' los fines de semana, aunque dice que siempre está pendiente de las emergencias y que se le hace difícil 'despegarse' de su trabajo.
Le gusta la mecánica, juega fútbol y en sus ratos libres se entretiene leyendo libros sobre urgencias médicas. La gente le dice que es casi como un paramédico, pero sin título, pues colabora en lo que puede con los pacientes.
Además de conducir, ayuda a las personas a subirlas a la camilla, ponerles cuello si es necesario y calmarlas cuando están en estado de shock.
'Mi jefe me dice que soy uno de los mejores en esto, pero la recomendación viene de muy cerca para creerme el cuento. Conozco el Valle de Azapa como la palma de mi mano, pero aún me falta mucho por aprender', dice humilde.
El conocimiento que tiene del valle lo heredó de su abuelo, quien lo llevaba cuando pequeño a cazar tórtolas y juntos recorrían los caminos del valle hasta Chamarcusiña, Cerro Blanco y Las Peñas. 'Antiguamente todo esto era como una selva ahora hay muchas piedras.
Pero esos conocimientos me han servido mucho para lo que me desempeño hoy, ya que no cualquiera puede manejar por el valle porque se puede perder. Hay muchos caminos ocultos y la guagua es mañosa hay que correrla porque si uno la maneja muy lento empieza a tiritar. Todos me dicen que soy buena para el volante y eso es porque me gusta mi trabajo'.
Pedro dice que su labor lo apasiona y, aunque los recursos no son muchos, sueña con el día en que vuelva a hacer lo que más le gusta que es salvar vidas. J