¿A qué vamos a la iglesia? II
Tiempo atrás, fui invitado a una ceremonia religiosa. Un amigo contraía matrimonio y era su deseo, que los más cercanos lo acompañaran. No sé si considerarlo buena o mala suerte, el haber quedado sentado delante de dos amigos, que en un poco más de una hora, que fue el tiempo que duró el acto religioso, no dejaron de conversar. Durante ese lapsus de tiempo y sin poderlo evitar tuve que escuchar los comentarios de:
- Un partido de fútbol.
- El último estreno de una película.
- Un carrete.
- Un encuentro sexual.
Ante esta situación, miré hacia todos lados por si me había equivocado de lugar, pero no, realmente, estaba en la iglesia.
Jorge Valenzuela Araya