Desde diferentes sectores políticos y ciudadanos se ha levantado un discurso que apunta a dotar a la región de una mejor infraestructura pública que permita mejorar los estándares de vida que actualmente exhibe Arica y Parinacota.

Es claro que la región requiere de obras que impulsen el desarrollo y, en consecuencia, contribuyan a un mayor dinamismo económico para la zona, sobre todo considerando que nos hallamos en una localidad extrema y que requiere una mayor atención.

El presupuesto regional bordea los 24 mil millones de pesos y se ubica entre los más bajos del país. Sin embargo, llama la atención el escaso número de proyectos que hasta la fecha han sido presentados para buscar financiamiento mediante el Fondo Nacional de Desarrollo Regional (FNDR). La situación ya ha sido explicitada por el intendente y por los consejeros regionales, quienes demandan una mayor diligencia de las unidades ejecutoras, sobre todas aquellas ligadas a los municipios.

Durante largo tiempo la comunidad ariqueña ha denunciado un histórico abandono desde el nivel central y es evidente la necesidad de dotar a la 'Puerta Norte' de herramientas que la hagan más competitiva frente al sostenido desarrollo de ciudades como Iquique y Tacna. No obstante, parece contradictorio que mientras el discurso apunta a reclamar más y mejores inversiones, los actores locales no estén promoviendo ese crecimiento.

Son muchas las necesidades, por lo tanto se hace indispensable que desde el ámbito local se entreguen propuestas concretas y de real envergadura.

Para materializar una mejora sustancial en la calidad de vida de los ariqueños y parinacotenses no basta sólo con proyectos de menor envergadura y que solucionen temas puntuales, sino que se requiere de inversiones de impacto, que de una vez por todas modifiquen el rostro de una región que, desde la época de la Junta de Adelanto, se mantiene a la espera de una política de desarrollo que responda a las demandas ciudadanas.