Los residentes del sector en que se construirá el fuerte de la U están resignados a irse.
Justo en el sitio en que Universidad de Chile instalará su cancha, brilla actualmente un letrero con un mensaje rural: "Prohibido cazar". En el futuro estadio hay una plaga de conejos. Hay, además, dos caballos, madre e hijo, que relinchan en la mañana. Hordas de quiltros duermen. Y ocho familias chilenas viven instaladas allí hace años.
"¿Y qué va a pasar con nosotros?", pregunta ahí, en Laguna Carén, al borde del cerro Amapolas, justamente la señora Colina. María Cristina Colina, casada con Oscar Núñez, habitantes del sector desde hace cuatro generaciones. Ella, dueña de casa; él, trabaja en una fábrica. Se pregunta, agitada, en medio de la nada, por su futuro. "Nos echarán", reclama, "y esta casa la hizo con sus manos don Manuel Núñez, mi suegro".
Más allá están los Pulgar. Por allá los Cáceres. Por ahí cerca, los Porcel y los Ordóñez y los Osorio y los Hernández y, por último, en la última casa de latón que roza el hipotético estadio, viven los Martínez. Dadas las cosas, todos ellos, quizás, hoy se puedan considerar la verdadera familia azul.
- Pero a nosotros, los Ordóñez, nos gusta la Católica- apunta Loreto Ordóñez. Los Ordóñez se hallan resignados: "Vimos la noticia en la tele. Se viene el estadio. Cagamos". Todos saben que deberán emigrar.
En la última casa, la de los Martínez, la señora Ximena, se nota preocupada por dos motivos: "Si nos sacan, nos tienen que dar un terreno", comenta con claridad; "Y lo otro que me preocupa es que nosotros también somos de la Católica. No estamos ni ahí con la U". Y aparece, al fondo, la voz de la hija, Tiara, 18 años de edad: "¡Y yo soy de Colo Colo!". El sueño de la U se va a concretar en un territorio hostil: entre los que habitan el futuro estadio no hay un solo hincha azul.
Las familias domiciliadas en Laguna Carén viven en paz. El terreno, dicen, es un agrado. Abunda el viento y no hay delincuencia. Aunque a veces el río circundante se sale del cauce e inunda la zona. Las familias secan los muebles al sol y retornan a la rutina.
- Si hacen el estadio van a tener cuidado con las inundaciones- avisa la señora Colina. Luego le salta una lágrima por la angustia y exige al estado de Chile una casa nueva.
Irene Hernández es la presidenta del Comité de Vecinos Laguna Carén y, contrario al pensamiento del resto, está radiante. "Me parece espectacular. Hay que ser positivos. Se hará un parque y habrá más trabajo". La señora Hernández, quien trabaja como empleada doméstica en los condominios de Lomas de Lo Aguirre (ubicado a unos metros), dice que las familias deberán estar unidas.
Para estas personas se inicia un largo camino. Lucharán por sus casas, mientras la U luchará por su sueño. La presidenta aconseja la convivencia: "¡No podemos vivir escondidos del fútbol. Deberemos vivir con el fútbol!", señala. Y luego, avergonzada, admite que, como todos, en su casa apoyan a Universidad Católica. J