Convivir con los sismos
Chile es un país sísmico y debemos acostumbrarnos a ello. Y si hay algo cierto respecto a tal condición es que cada día falta menos para el próximo terremoto que irremediablemente se producirá en alguna parte de nuestro territorio.
No podemos saber cuándo, ni dónde ocurrirán, sólo que volverán a suceder una y otra vez, con una periodicidad relativamente estable.
Los expertos han dicho que el Norte Grande es el principal foco de preocupación, por la energía acumulada por más de un siglo y por la citada recurrencia temporal que estos fenómenos tienen.
Lo acaecido el fin de semana frente a las costas de Iquique, más allá del origen y relación que tenga con el esperado 'gran terremoto' en ciernes, es un nuevo llamado de atención para estar preparados.
Es claro que lo fundamental es la actitud personal y de las familias, pues no se puede dejar todo en manos de las autoridades. Cada uno y sus relaciones más cercanas, deben saber qué debe hacerse en caso de tragedias de este tipo, conscientes que, como dijimos, son fenómenos propios de una nación bajo el choque y fricción de las placas Sudamericana y de Nazca.
Es fundamental tener elementos básicos disponibles para enfrentar catástrofes de este tipo. Agua suficiente para varios días; una radio a pilas, velas, linternas y un plan de contingencia que permita a las familias reunirse en sitios puntuales en caso que no puedan hacerlo en sus hogares. Parte importante de la gente aún no sabe cómo comportarse o dónde está su sitio de encuentro seguro.
A nivel macro, aunque Chile ha mostrado notables avances en seguridad, todavía resta mucho camino que recorrer. En el caso particular de la región de Arica y Parinacota, se evidencia un lamentable retraso en la instalación de las sirenas de alerta de tsunami, un tema que debe ser corregido a la brevedad por las autoridades y que sin duda se transforma en un factor que podría salvar vidas.
Chile es un país de terremotos y eso no lo podemos olvidar.