En noviembre del año pasado, una comitiva integrada por personal de Carabineros, de la dirección regional del Servicio Nacional de Turismo (Sernatur) y de la Armada concurrió hasta la playa Chinchorro con el objetivo de hacer un llamado de atención respecto a ciertas acciones que terminan perjudicando al medioambiente.

En esa oportunidad, el tema se focalizó en el sector de La Puntilla, sitio que es hábitat de la especie conocida como Tortuga Verde (Chelonia Mydas) y que por tal motivo se transforma en un importante sitio de interés biológico y turístico para la región.

Sin embargo y pese a los recurrentes llamados de la autoridad y de las agrupaciones medioambientalistas que operan en la zona, los ariqueños continúan desarrollando rutinas que ponen en riesgo la biodiversidad del lugar, sobre todo considerando que a diario es posible observar el tránsito de vehículos motorizados por el borde costero.

Pese al llamado y al anuncio de una mesa de trabajo para abordar el tema, con la llegada del verano la situación parece empeorar, sobre todo de la mano de los propios ariqueños. Desafortunadamente éste no es un hecho aislado, toda vez que se trata de una situación que incluso ocurre en el sector del Humedal del río Lluta, un área protegida y declarada santuario de la naturaleza.

Ante este escenario es indispensable que los organismos competentes refuercen la fiscalización, toda vez desde el 15 de enero de 1998 existe una orden del Ministerio de Defensa que expresa la prohibición de ingreso y tránsito de vehículos en arenas de playa, terrenos de playa, dunas costeras y otros bienes nacionales administrados por esa cartera. Además, la normativa es clara en señalar que sólo está autorizado el ingreso de vehículos en labores de mantención o aseo, vigilancia, fiscalización, seguridad y socorro, además de otras actividades debidamente autorizadas.

El cuidado del medioambiente es un deber de todos, sobre todo cuando se busca posicionar a la región como un centro de desarrollo turístico.